sábado, 20 de agosto de 2011

Incongruencias impertinentes

Echo de menos no verte. Echo de menos aislarme y que me abraces en la distancia como si tuviese dos años.

Echo de menos hablar, escribir, balbucear (te)…

Echo de menos el olor que nunca percibí, las caricias que no sentí y el sabor que no probé.

Echo de menos la melancolía de tenerte; la alegría de saludar tu recuerdo, porque ni eso me queda.

Echo de menos tus maneras, tus miradas, tus palabras salvavidas, tus tecleos, tus llamadas, tus salidas, tus entradas, tus desapariciones, tus viajes, tus historias, tus cuentos para la perfecta evasión.

Echo de menos el sol, la luna, la nota, el mar, el cielo, la pradera, las rocas, el acantilado, las burbujas, a ti.

Echo de menos la playa. Y no he vuelto por llegar y no encontrarte.

Echo de menos tu voz.


E incluso en ocasiones, echo de menos echarte de menos.

4 comentarios:

  1. Te regalo esta canción, como principio de viaje, como cola de embarque, como BSO de un reencuentro: http://www.youtube.com/watch?v=MOaLUGDG4jw

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  2. Gran elección musical veo en el comentario anterior ;D

    La de vueltas que da la vida…

    Es increíble ver como pasa el tiempo, como vas tomando caminos que hasta hace un tiempo atrás pensabas inalcanzables para ti o al menos muy lejanos; ver como vas madurando, encontrando y reencontrando gente que te saca desde la más estúpida sonrisa hasta el más sentido abrazo… Pero más increíble es ver como aún en este tipo de situaciones tan poco mejorables, anhelas grandes recuerdos de antaño que aunque quizás no deseaste, calaron inexorablemente en tus entrañas hasta formar parte de la chica que hoy escribe estas palabras…

    Porque es bonito recordar esos “te quieros” que pudieron decirse y que parecen destinados a perderse en el olvido o esos “eres muy grande”, “puedes con esto y con más”, “confío en ti”, “llegarás lejos”… al igual que ese primer abrazo, esa llamada o ese momento de complicidad o esa historia idónea para la evasión que llegaron en el momento que más necesitabas y que ahora extrañas…

    Sin dolor ni rencor no creo que se deba dejar que la distancia separe vidas que el destino (o cómo quieras llamar) quiso que se cruzasen para que se aportasen mucho… Pero, claro, si ha habido daño (intencionado o no), también es mejor dejar los platos rotos que hacerse más daño intentando repararlos…

    Quizá te resulte lioso todo lo que te he escrito pero espero haberte servido de ayuda para tomar la mejor decisión. Un saludo y mucha mucha suerte Ana.

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